UNO DE LOS PROBLEMAS, más arduos, entre los muchos que se les presentan a los psiquiatras, es el de la elección de los diarios y revistas cuya lectura pueda permitirse en los hospitales destinados al tratamiento de dolencias nerviosas y mentales. La mayoría de estas publicaciones contienen noticias perjudiciales a la salud mental, y piden censura previa, a fin de evitar el desencadenamiento de reacciones emocionales en pacientes de sistema nervioso muy sensible. Los médicos, por hallarse siempre harto atareados, no dispones de tiempo que dedicar a la selección de todo cuanto se publica; y, debido a ello, los pacientes se ven privados con frecuencia del placer de la buena lectura.
Hace días, uno de mis pacientes se quejaba de la falta de distracciones, e insistía en que se le facilitasen diarios y revistas. "Doctor", me dijo por fin, "me contentaré con que me permitan leer Selgöes do Reader´s Digest, pues es publicación que me satisface por completo. Usted sabe bien lo riguroso del criterio de los que la editan. Es revista que pueden leer, sin daño ninguno, niños, adultos, y viejos; que despierta siempre el mayor interés, enriquece la mente y alegra el espíritu, sin fatigar el ánimo.
Después de pensarlo un momento, convine en acceder a lo que mi paciente solicitaba con tanta insistencia, seguro como me hallaba de que ningún perjuicio podría seguírsele a él de esta lectura.
Posteriormente, el buen éxito de la interesante revista me hizo reflexionar. A mi propia casa llegaban dos suscripciones, que había tenido que tomar para que mis hijos no anduviesen disputándose cada nuevo número. Ahora eran mis pacientes los que querían leerla.
El Punto merecía ser investigado. Aunque yo era ya lector de Selegöes, me di a releer algunos de los últimos números, deseoso de descubrir el secreto de su popularidad, y de cerciorarme de que había acertado al permitir su lectura en uno y otro caso.
Había repasado apenas unos pocos ejemplares, cuando sentí que absorbían mi atención esos artículos que derraman nueva luz sobre la crisis mundial, las flamantes conquistas en el campo de la ciencia médica, los adelantos de la técnica y del comercio; artículos toso ellos que ensanchaban mi horizonte mental, al par que eran para mí goce y estímulo. Notaba, además, que tales artículos, escogidos de libros y revistas, se hallaban inspirados en un sano y práctico optimismo; que dejaban el ánimo aligerado y vivificado. No tardé, así en convencerme de que Selegöes presta indiscutibles servicios a la salud del espíritu, toda vez que se trata de una verdadera revista de higiene mental, que renueva la fe en el bien y en los destinos de la humanidad, y proporciona, por tanto, inestimable orientación a los jóvenes y a los enfermos. YO, que gozo de buena salud, y que, desgraciadamente, no soy ya joven, hallo en sus páginas esas mismas valiosas cualidades. No ha de sorprendernos, pues, que Selegöes haya despertado tanto interés entre los brasileños jóvenes y viejos, ricos y pobres, intelectuales y obreros.
A.C. Pacheco e Silva, profesor de la clínica de Psiquiatría de la facultad de medicina de la Universidad de Säo Paulo, Brasil.