"Mi Padre también fue un niño,
pero nadie lo vio llorar".
Y ese niño herido creció...
Y un día se convirtió en Mí Padre.
Quizás creció en silencio.
Sin brazos qué lo calmaran.
Sin permiso para tener miedo.
Aprendió a ser hombre...
Antes de tiempo.
Nadie lo abrazo cuando lo necesito.
Nadie le dijo: "Estoy orgulloso de ti".
Solo le enseñaron a sobrevivir.
Trabajo desde niño.
Pasó hambre, frío y soledad.
Y sin saber cómo...
Un día fue mi padre.
Con lo poco que recibió,
hizo lo que pudo.
Y aunque no supo cómo amarme...
Estaba ahí a su manera.
En su mundo no se habla de emociones. No se habla de heridas.
Solo se habla de ser fuerte.
Aunque eso significará olvidarse de sí mismo.
Hoy desde mi corazón más consciente. ¿Puedo mirarlo distinto?
No como el padre que falló,
si no como el niño que nadie sostuvo.
No es justificar.
Es comprende.
Por qué al soltar el juicio, algo en mí alma se acomoda.
No se trata de justificar,
sino de comprender…
Porque cuando miro con los ojos de la misericordia, algo en mí alma sana.
Jesús me enseña a perdonar,
no porque el otro lo merezca,
sino porque él y yo necesitamos ser libres.
¿Cada día puedo mirar a mi padre,
no como el que falló, sino como el niño que nadie sostuvo?
Hoy doy gracias a Dios por los años
Que me permitió compartir con él
En esta tierra,
Hoy cuando recuerdo su vuelta
A la casa del Padre Eterno
Miro al cielo,
Y con los crisoles nublados,
Extiendo mis brazos,
Para abrazar al primer y único hombre que me amo sin conocerme,
Que se sintió orgulloso de mí
Sin saber de mis derrotas.
Gracias Padre, por tanto.
Descansa en Paz mi amado y recordado Padre.
Jorge Sánchez Granda - 24/08/1940 + 19/10/2017
