7 jun 2012

Aunque sea de Gerente




Tendría 5 años, empezaba la estación primaveral, con la fiesta de San Lázaro, mi mamita era la mayordoma de dicha fiesta donde íbamos  todos, y éramos muchos. Mis tíos, Santos con su esposa Teodora, Rogelio con su esposa Paula, Julio con su esposa Vilma, Teodoro, Paula y sus trece hijos, más familias, María, Cristina, Santos (esposo de mi tía Cristina), mi papá, mi mamá, mis primos, Aracelly, Marjoury, Marita, Jorge, Paulo (el ojón), Rogelio (el chino), Rosa, Daniel (cachito), llegábamos a la casa de mi mamita en Llicuar, que está en la plaza de armas al costado de la parroquia de San Lazarito. 
La familia que vive en el pueblo de Llicuar, como mi tía Balta y sus hijos ya tenían las cosas avanzadas, habían hecho los arreglos florales, habían matado 3 carneros, y sí que eran carneros porque los cuernos los tenían enroscados, y eran gordos, muy gordos, y habían sido de color blanco pardusco, creo que nunca se habían bañado, porque se veían las motas en su lana. 
En la casa de mi tía Carolina, había dulces, como manjar blanco, dulce de mango verde, dulce de guayaba, conserva de coco, de guayaba, guanábanas, jalea de tamarindo, natillas, cocadas, gofios, acuñas, todo una delicia, esa era la casa que más me gustaba y Carolina fue la tía que más me quiso. 
En la Casa de mi tía Benancia, ahí estaba todo lo salado, cabritos, tamales, los insumos para preparar la sopa de novios, las ollas grandes de acero fundido, con una de esas tapas del mismo material me rompí la cabeza por andar jugando a los escudos ¡auch!, pero no importó porque todo era una gran fiesta, la gente iba y venía entre desgranar los choclos, quitar el hollejo a las habas (pallares), limpiar el cabrito, las gallinas, los pavos, patos, ¡ufff ¡, yo pregunté: ¿toda esta comida para un día?, mi mamita me respondió acá mi Patichita somos campesinos unos tenemos tierras y de ellas vivimos, otros viven de ayudarnos, de pastear al ganado, esta fiesta es para San Lázaro pero la comida es para todos los de la comarca, yo no sabía que era comarca, pero con el transcurrir de los años supe que es vivir en camaradería como una sola familia. 
Después de todos los ajetreos de la llegada, es decir,  al día siguiente, desperté con el cantar del gallo, con un ojo abierto y el otro cerrado, rezongando porque era aún de noche, pero faltaba mucho por hacer, ir a la plaza a colgar las cadenetas, las banderillas que mi papá, Katty, Amelia, Carmelo y Yo habíamos hecho, mi mamá me bañó, me puse un vestido blanco muy lindo y que aún tengo en la retina de mis ojos, tenía en el pecho con un nido de abejas, bordado con pequeñas flores, de colores muy bajitos, llevaba un cinturón ancho, sus botones eran perlados, mis medias blancas de bobitos, mis lazos de organza y mis zapatos de charol, esos  no me gustaban, y tampoco cuando me llamaban Margarita Patricia, pues solo me llamaban así para castigarme o sentenciarme, hijita hoy vamos a tener muchas cosas que hacer tú no te alejes de la casa, ni de tus primas, ellas son de acá y conocen el sitio, así que no te vayas a ir a otro lado porque tú ya sabes acá no te hago nada pero llegando a la casa ya sabes tú, la misma sentencia de siempre, pero yo me las arreglaba para hacer mis travesuras, para mí no había sentencias previas, primero uno debe pecar y de ahí viene el castigo. Así que con la sentencia encima nos fuimos a misa, a la procesión, la quema de camaretas, el baile de San Lázaro, la entrega de ofrendas. Yo le regale un perro negro para que me cuide siempre, y sí que lo hace porque hasta hoy es mi guardián, ya que siempre ante el peligro escucho ladrar un perro y digo es el perrito de San Lázaro, “acógeme en tu cayado”.  
Llegó la fiesta, las mesas todas tenían manteles blancos de lino, yo me preguntaba pero por qué solo en una mesa están las viandas que vi en las casas de mis tíos, pero resulta que allí no estaba toda esa comida, mientras me preguntaba y miraba dicha mesa, llegaba en una camioneta azul toda una tribu de gente, era mi tía Santos la esposa de mi tío Julio Panta con sus trece hijos, unos mayores a mí, otros de mi edad, y otros menores, mi mamita la reñía porque perdió la misa y la procesión, mi tía Santitos le decía: comadrita no encontraba carro me traiga paca, ay comadrita ahí le traigo la chicha que ofrecí a San Lazaro, mi mamita con una mano en la cintura y la otra en movimiento llamaba a mi papá: Jorge, ven ayúdame zambito, -ya Laurita ahí vamos- contestó mi papi, se bajaron 40 latas de chicha de jora, 15 cajas de cerveza, yo decía: ay San Lazaro eres más borrachín porque permites que tus hijos tomen.  
Unas risas me sacaron de mi charla con San Lazaro, vi a mi papi con mi tío Santos Pozo corriendo, no entendía que pasaba, así que corrí al lado de mi mamita le tire del vestido suavemente y le dijemita ¿por qué corre mi papi con mi tío?, es que hija se sentaron en la mesa de los ofrendários para el próximo año, ¡¡¡aaaaaaaaaa!! Y ¿cómo es eso?, esa mesa que tiene toda la comida, se sentarán las 3 personas que el próximo año van a poner todo en la fiesta como ahora yo con tus tías, a mita ósea si voy y me siento mi papá tendrá que hacer la fiesta, -si Patichita-, pero mi mamá andaba por ahí y otra vez la sentencia, -ni se te ocurra sentarte muchacha tu eres capaz-, mi tío Benito le dijo rápidamente: -ay Eus deja que San Lázaro la quiere-. 
Llegada la reserva de aguas empezó la fiesta la banda con sus marineras, sus valses, sus polkas su cumbiamba, nadie cantaba todo era solo sonidos, pero caramba que bien tocaban un caballo viejo, un San Miguel de Piura, nosotros los niños éramos los que más nos divertíamos, bailamos mucho, en eso las camaretas anunciaban a los 3 ofrenderos del siguiente año, serían mi tío Ausberto, mi tía Mila y el señor Pingo, todo era algarabía, porque ahora ya San Lazaro daba permiso para comer, yo decía mi mamá mala que no me dejó sentar en esa mesa para comerme ese pavo, yo solo quería la culera nada más, la recuerdo y se decirles que se veía deliciosa. 
Como San Lázaro nos dio permiso para comer nos sentamos todos, a mí me toco compartir la mesa con unos vecinos de mi mamita, les dicen los culos mochos, aún no sé por qué, pero así lo recuerdo, al lado de mi mesa estaban mi tío Santos Pozo, mi Papá, mi tío Julio Pozo, mi tía Santos y su esposo mi tío Julio Panta, yo desde mi mesa, estaba con la oreja parada para escuchar al burro hablar”. 
Se entabló una charla por el trabajo del hijo mayor de mi tío Julio Panta, que se llama Romualdo, él ya había salido del servicio militar, y no pensaba volver a la chacra. 
Para ese entonces mi tío Santos Pozo era unos de los dirigentes potenciales de Talara, y mi tía Santitos le dice: ay Primito ¿no podrá usted por ahí conseguírmele algo a este muchacho que ya sirvió, pero no quiere volver a la chacra?, Mi tío Santos con una sonrisa en los labios le dijo: a ver Santitos ¿y que sabe hacer tu Romualdo? ay primito aparte de agarrar la lampa, poner la semilla, llevarle el fiambre al Julio, y arrear las mulas, lo que aprendido en el ejército es sólo a fumar, mi tío Santos le dijo: entonces ¿cómo va a trabajar si no sabe hacer nada?, a lo que mi tía Santitos muy presurosa respondió: ay primito no importa “aunque sea de Gerente” consíguemele trabajo; como siempre yo con las orejas paradas metí mi cuchara y dije que para ser Gerente no se estudia. Caramba ahora entiendo porque le Perú vive mal, si no nos educamos y una recomendación basta estamos bien jodidos, en el bullicio que existía, creo que San Lazaro daba a través mío una lección porque todo Llicuar escuchó mi voz, hasta la banda hizo un redoble por lo dicho, mi tío Benito corrió a abrazarme y darme un palmazo para que las risas de todos no me ojearan, pero mi mamá ya me había puesto el ojo, mi mamita abrazando a mi mamá le dijo: a esta chivo de pampilla nadie la cambiara, y ahí nada más vino la canción que hasta hoy me encanta ¡“ELToro Mata!
Ireth Isildr; 6/6/12,20:05 - corregido por La Guadaniia.