Ella estaba en su rincón
sentada con su pañuelo en mano
no deseaba más que la muerte la visite
mirando al vacío, su vida no tenía más control
ahora estaba ahí paralizada ante tanto horror.
Su vida la contenía en una mano
su alegría estaba en un puñado,
un puñado de esperanzas pisoteadas
un puñado de ansias deseas
un puñado de amor no dado…
si ese amor no entregado!
Era hora de levantarse
seco sus lagrimas, lavo su cara,
pinto de carmesí sus mejillas, puso color a sus labios,
encendió de azul sus ojos, tendió más allá sus pestañas,
con el corpiño que marcaba su silueta, los jeans azul esperanza
con la remera de colores
su sonrisa ahora iluminaba la tez morena de aquella dama.
El rubio incandescente en lo alto estaba
la dama con lisura andaba
mostrando la sonrisa de un nuevo amanecer
las crudas noches frías atrás quedaban
ahora era ella y su destino
nada más tal como su andino empezar
era subir a las altas montañas,
cavar y labrar ahora su destino
en una ciudad de tanta gente ignorada
era empezar hoy o nada.
Era a hora una mujer completa en todo el sentido de la palabra
Para ella la penas estaban olvidadas,
ahora la vida le sonreía en el momento dado
ahora ella estaba frente a la vida
con el corazón y alma entregadas
amarse ella sin amar a nadie,
el injusto egoísmo de aquella dama
nacía de haber amado sin recibir nada.
Hoy iba cabello al viento,
sonrisa al sol,
esperanza en un nuevo amanecer!
Ireth Isildr, 28/01/12; 03:53.