27 ene 2014

LA PEINETA



Hoy en la soledad de la casa y en la tranquilidad de mi vida, me sorprendo escuchando música que me lleva al calor de mi hogar, de mi ciudad natal, ese calor al lado de la cocina, sentada en la banqueta de madera, tomando una taza de café con unas cachangas, y la presencia de mi mamita, ella era una mujer que siempre peino su cabello con sus peinetas, y de eso es hoy mi recuerdo LA PEINETA.
Había llegado el sábado y estaba en casa de mi tío Julio que era un hombre serio, de rostro adusto parecía malo, pero era un algodón de azúcar, tenia sus chistes -pocos pero los tenía-, ese Sábado me habían vestido de fiesta, un vestido azul, de pechera bordada con punto rococó unas bellas rositas de colores, rojas, amarillas, de hojas diminutas de color verde, todo de coquito, de mangas bombachas, de zapatos de charol, medias cubanas, con el cabello pulcramente peinado con sus lazos de seda, y como siempre la sentencia pórtate bien donde vamos a ir, no estés preguntando nada, no corras, no juegues, ay toda una cantaleta que los niños jamás entenderán; como siempre mi mamita salía en mi defensa -ya muchacha deja a mi Patichita ella se porta siempre bien.
Hora de partir, no solo a mí me habían vestido de gala todos iban de esa manera de gala, mi tío Julio iba con su terno color celeste, con su camisa blanca bien almidonada, y su corbata color lengua de vaca, mi tía Vilma, esposa de mi tío Julio, ella lucía un vestido lila de seda, con sus zapatos y cartera de charol, mi mamita con su vestido rosado, y sus peinetas marrones en la cabeza, salíamos a casa de los tíos Panta, ¿que iba a ver?, que intriga la mía.

Pues caminamos unas cuadras y estábamos frente a la casa celeste, de portón amplio que te invitaba a entrar, su puerta de madera marrón con los números grabados en ella de una manera rural, la tía Antonia una señora de cabello largo y liso, de contextura gruesa como somos nosotras las norteñas cholas de pura cepa, el tío Melquiades más conocido como "Hueso", es que era tan delgado; y el estaba con su terno marrón cocoa, y su hija la señorita Asunción; -¡oh! que paso me dije, hoy ella estaba arreglada no llevaba las chancletas de siempre, el vestido de flores, y el cabello con un moño amarrado de mal manera, hoy ella estaba bella como una princesa, su vestido de un color perla pálido, su rostro enmarcado por unas bellas trenzas recogidas por unas hermosas peinetas, de color perla, con unas rosas que simulaban unos bellos jazmines, su boca pintada de rojo carmín lo que le acentuaba sus bellos labios, sus ojos pintados sutilmente -¿que pasaba?, me preguntaba.

Pues aparte de nosotros la gente bien emperifollada, en la mesa había unos ricos potajes, un pavo horneado, unos tallarines, un pastel de fuente, unas roscas de boda; en eso se escucharon voces, era Pedro el hijo de don Bayona, que llegaba con sus padres y sus hermanos, ellos también llegaban bien emperifollados y traían mas ricos potajes, y con ellos también venia una banda de música, que no tocaba nada en ese momento.... adelante, adelante, fue la voz del tío Hueso, adelante vecino, cada uno de los integrantes de la familia Bayona tomaba asiento, la señora Pancha, el señor Marcelo, Pedro su hijo, Teobaldo, y Florencio, carambas tanta ceremonia que pasa acá era mi intriga, pues todos ya sentados, empezó don Marcelo que estaba de terno guinda, con su camisa crema y una corbata que de sólo recordarla, me duelen los ojos, se levantó, tomó la mano de su hijo Pedro y con voz muy ceremoniosa dijo, vecino, amigo y compadre Melquiades usted sabe de mi respeto para su persona y familia, y pues vengo porque este muchacho a osado mancillar el honor de nuestra querida Asunción, mi tío Hueso se levantó furioso, y dijo - como está eso mi vecino, amigo y compadre Floro - si pues Melquiades este muchacho lo he sorprendido cortejando a Asunción y como familias de bien, tienen que casarse, por ello vengo a solicitar la mano y las buenas costumbres de tu hija Asunción para mi hijo Pedro. 
Bueno Floro ya hablaste ahora que mi hija se manifieste, la linda Asunción en profundo silencio, como que si fuera a la silla eléctrica, pero  a la vez feliz, se llevó la mano a su cabello tomo una de sus peinetas y la entrego a Pedro, tatatatatata empezó a sonar la banda de música, pues claro era fiesta Asunción ya estaba de novia con Pedro, los padres de ambos mi tía Antonia llorando, mi tío Hueso que no podía con su pellejo, don Floro, doña Pancha se unían en un fuerte abrazo, ahora era la hora de que tomará la palabra mi mamita, que era ni más ni menos que la testigo de la pedida de mano de Asunción, bueno dijo, si el amor tocó a estos muchachos pongamos fecha para el matrimonio, para que Dios les bendiga y la sociedad les reconozca como nueva familia, elevo mi copa por esta nueva familia que nacerá de Asunción y Pedro, "licor bendito dulce tormento que haces afuera venga usted pa dentro".
Qué será de Pedro y Asunción, solo sé que ese día comí, baile, jugué, grite, y me porté como la niña que era. Que el amor perduré en los novios, esposos, por siempre con LA PEINETA que adorna los cabellos y nos hinca para recordarnos que somos amados.
Ireth Isildr, 27/01/14: 19:06; revisado por El Observante.