Señor Mío Jesucristo, sufro un terrible dolor por unos recuerdos (especificar cuales, por un ser querido, ejemplo) que me hacen sangran en el interior de mi corazón y me quitan la paz y el sosiego.
Tu que eres el Rey de la Paz, concédeme la gracia de olvidar o al menos de mitigar que su recuerdo no me cause tanto dolor, te lo pido porque sé de los dolores y fatigas que pasaste en el Gólgota, o los pensamientos que debieron de asaltarte tras la muerte del que fue tu Padre Adoptivo San José o al ir al encuentro de Lázaro tu amigo.
Por tanto por esos mismos sentimientos de amor y ternura que en aquellos momentos movieron tu corazón, te pido te dignes quitarme este pensamiento doloroso. Amén.
Decido olvidar, dejar atrás, a esa persona que ha sido objeto de mis afectos. Se acabó esta etapa de mi vida, termina un ciclo y empieza otro. Le doy la bienvenida a lo que me trae la vida, aquí y ahora, ya que el aquí y ahora es todo lo que en realidad tengo. Dejo atrás el pasado, no me apuro por el futuro. Bendigo a ese ser del que me alejo, y lo dejo ir, lo entrego al Universo.
Entrego también los recuerdos de los momentos agradables y desagradables; las imágenes de esos recuerdos van perdiendo brillo y color, se vuelven borrosas y se alejan, hasta perderse de mi vista. Nadie es indispensable. El amor es uno solo, el del Universo, y así como me dio a esa persona, así también me la quitó, y me puede traer a otra persona que verdaderamente me complemente.
Me despido de (...........)
Me alejo de mi dolor,
Sé que Dios así lo quiere
Por que viene un nuevo amor.