Era noche de fiesta, durante todo el día habían ido y venido para alistar todo, mi tía Catalina, que el peinado, que el vestido, que los zapatos, en fin que todo quede ordenado para asistir al compromiso del bautizo de unos amigos, llegó la hora de asistir a la iglesia a acompañar al bautizado, a los padres y padrinos, de ahí sería ir a la casa donde se iba a llevar a cabo la fiesta.
Todo estaba dentro de lo normal, mis tíos elegantemente vestidos; empezaron a saludar a todos sus conocidos, algunos hace un poco vistos, otros no tanto, y otros que ya ni recordaban, todo se daba dentro de lo normal de uno de estos compromisos sociales, llegó el momento del brindis por el nuevo cristiano, aquel niño que era hoy recibido en el seno de la IGLESIA, el brindis, el aceptar el compadrazgo, repartir los recuerdos, el lanzar el capillo que en su tintinear de los golpes de moneda daban el despertar a los ángeles del bautizado. Empezó la jarana con salud por aquí, salud por allá, el reparto de la comida que como buenos norteños, suele ser de gran sabor y de gran esmero, y no debía faltar la música, un tocadiscos de color marrón, con sus parlantes de tela color crema, con una aguja nueva para que la música no faltará en ese momento.
Empezó a sonar la salsa, la cumbia, y ahí venia las guarachas esas que a uno le hacen sacar cintura, mis tíos se prestaron a invadir la pista de baile, una sala amplia, de pisos de madera bien lustrada, junto a ellos salieron otras parejas a bailar, la canción invitaba a mover hasta el último hueso, y mi tío Felix un sastre de renombre en su época, delgado, de cabellera abundante, lacia, de una sonrisa siempre a flor de labios, de ojos vivaces, tez clara, empezaba con unos movimientos muy bien acompasados, mi tía Catalina (hermana de mi madre), se reía y le decía - oye Felix que tienes por qué estas bailando de esa manera, la gente lo aplaudía porque pensaban que mi tío estaba dando el show del día, pero no era así, mi tía ya incomoda le dice - oye te comportas o nos vamos, mi tío Felix le responde - mujer que no se que tengo, algo me anda dentro del saco, mi tía presta - ya ves ese saco de que tiempo esta guardado alguna cucaracha será, pues ellos ya no veían la hora de terminar la pieza, una vez terminada esta mis tíos salieron al corredor de la casa para ver que era lo que pasaba, mi tío se retiro el saco y se puso a revisar, cual no sería la gran sorpresa que aquello que le caminaba era un travieso ratón, al verlo tal fue la conmoción de mi tía y los invitados que después de los gritos ante el inusual invitado, empezaron a reír, ya empezando las bromas a la persona de mi tío.
Hoy recuerdo con una leve sonrisa este anécdota que siempre escuchaba en casa, y añoro los años donde la familia de mi tía Catalina viajaba a mi hermosa Talara y podía jugar con mis primos, escuchar las historias, ver la risa de mi tío que hoy ya descansa en paz, un simple ratón me hace hoy esbozar una sonrisa y una oración.
Ireth Isildr, 23:01, 10/6/14